Desde su irrupción en la escena del rock progresivo y alternativo, Tool ha sido una banda que desafía los límites de la composición musical. Su música no solo es una experiencia sonora hipnótica, sino que también esconde patrones matemáticos que han fascinado a sus seguidores y analistas por décadas.
Uno de los ejemplos más claros de esta conexión entre música y matemáticas se encuentra en la canción Lateralus, donde la estructura de los versos sigue la famosa secuencia de Fibonacci (1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, etc.). Maynard James Keenan entona las sílabas de los versos respetando esta progresión:
“Black… then… white are… all I see… in my infancy…”
Cada grupo de sílabas aumenta siguiendo el patrón de Fibonacci, evocando la espiral dorada, un fenómeno que se encuentra en la naturaleza, desde la disposición de las hojas en un árbol hasta la estructura de una galaxia. Esta progresión no solo añade un nivel adicional de profundidad a la composición, sino que también refuerza la temática de la canción: el crecimiento y la exploración del infinito.
Pero Tool no se detiene ahí. La banda es conocida por el uso de compases poco convencionales y estructuras rítmicas que desafían las normas de la música popular. En Schism, por ejemplo, la canción cambia de compás constantemente, con patrones como 5/8, 7/8 y 6/8, generando una sensación de inestabilidad y tensión que es deliberada y calculada.
Además, los integrantes de la banda han expresado en varias entrevistas su fascinación por la geometría sagrada y la proporción áurea, elementos que han influenciado no solo su música, sino también el arte de sus discos y la experiencia visual de sus presentaciones en vivo.
Tool ha logrado convertir la matemática en una herramienta creativa que amplifica la emotividad de su música. Su enfoque va más allá de lo técnico y lo cerebral, logrando que sus complejas estructuras ríticas y melódicas resuenen de manera visceral en su audiencia. En el universo de Tool, la música y las matemáticas no son polos opuestos, sino socios en la creación de una experiencia sonora única.
Y así, al igual que la secuencia de Fibonacci se expande sin fin, la música de Tool sigue evolucionando, desafiando a quienes buscan descifrar sus códigos ocultos y sumergiéndonos en un espiral sonoro sin final aparente.
Este crecimiento infinito se verá reflejado en su próxima visita a la Ciudad de México, donde Tool ofrecerá un concierto el 15 de marzo en la Explanada del Estadio Azteca. Esta presentación promete ser un viaje sonoro inolvidable, con una producción impresionante y un setlist que explorará tanto sus composiciones matemáticamente intrincadas como sus poderosos clásicos.
Texto: Sergio H. Silva