
¿Alguna vez te prometieron la luna en una campaña? Exacto. Y ahora que en México se va a votar por quienes impartan justicia, mucha gente espera que quienes aspiramos a ser juezas salgamos a hacer lo mismo: vender esperanza en modo playlist electoral.
Pero esto no es un espectáculo. No hay luces, ni aplausos, ni ediciones de video con frases inspiradoras. Ser jueza no es eso. No se trata de hacer promesas imposibles, sino de asumir un compromiso real: impartir justicia con claridad, sin adornos.
Yo, por ejemplo, no vengo a prometer que voy a acabar con el desempleo o a subir los sueldos. Eso no está en mis manos. Lo que sí puedo ofrecer es una mirada honesta y profesional a lo que significa este trabajo:
– Resolver los casos con objetividad, sin meter ideologías o preferencias.
– Escuchar con atención, sin reducir personas a expedientes.
– Trabajar con el equipo para evitar el rezago y el colapso de los juzgados.
– Hacer que cada decisión esté fundamentada, no improvisada.
No se trata de ganar aplausos. Se trata de hacer lo correcto. Y en estos tiempos, eso es más valioso que cualquier slogan.