El Pabellón Oeste de la Ciudad de México se transformó el pasado martes en un espacio irreal, casi como si se hubiera abierto un portal a un universo paralelo. Crosses (†††), el proyecto liderado por Chino Moreno y Shaun López, finalmente pisó suelo mexicano, y el resultado fue un show que no solo cumplió años de expectativa, sino que desbordó cualquier pronóstico.
La noche inició con Invisible Hand, y desde ese momento, la conexión entre banda y público fue total. Cada nota parecía diseñada para resonar en lo más profundo de los asistentes, creando una atmósfera cargada de emociones. Temas como Bitches Brew, con su intensidad casi ritual, y Telepathy, que electrizó el ambiente con su precisión, dejaron en claro que Crosses sabe cómo envolver a su audiencia en una experiencia multisensorial.
Pero si hubo un momento que desarmó a todos, fue su interpretación de Goodbye Horses, el icónico cover de Q Lazzarus. Lejos de ser un homenaje común, la banda lo llevó a un terreno completamente propio, dejando una marca indeleble en la memoria de quienes lo presenciaron.
El setlist, una mezcla calculada entre sus dos álbumes, permitió el lucimiento de clásicos como Girls Float † Boys Cry y †hholyghs†, mientras que piezas recientes como Big Youth demostraron la evolución continua del proyecto. Lo que más impresionó no fue solo la calidad de la música, sino cómo cada canción parecía tejer una narrativa única que mantenía al público en un estado de trance.
El debut de Crosses en México no fue simplemente un concierto; fue una celebración oscura y sublime. Moreno y López lograron algo que pocos artistas consiguen: crear un espacio donde cada persona en la sala se sintiera conectada, como si fueran parte de algo mucho más grande. Esta primera vez no será la última; México ya espera con ansias su regreso.
Aquí te dejamos una Galería con un poco de lo que se vivió esa noche.
Texto y Fotografías: Sergio H. Silva










