
Hay canciones que, aunque tengan décadas de haberse lanzado, siguen provocando el mismo golpe emocional cuando suenan en vivo. Bloc Party tiene varias de esas. En medio de una era donde muchas bandas de los 2000 están resurgiendo, ellos nunca se fueron del todo: se adaptaron, evolucionaron, pero siempre mantuvieron la esencia que hizo que sus himnos marcaran una época.
“Helicopter” no solo es un clásico por su riff acelerado e inmediato, sino por la desesperación que transmite: política, personal, social. “This Modern Love” es quizás uno de los temas más bellamente melancólicos del indie, un crescendo emocional que ha sido soundtrack de miles de historias personales. “Banquet”, con su ritmo cortante, sigue siendo una bomba en cualquier concierto.
Lo que hace que estas canciones perduren no es solo su sonido —aunque las baterías de Matt Tong y las guitarras entrecortadas de Russell Lissack son únicas—, sino lo que dicen. Bloc Party puso en palabras y música lo que muchos sentían pero no sabían cómo expresar: la ansiedad postadolescente, el desencanto amoroso, la presión de crecer en un mundo incierto.
A pesar del paso del tiempo, el mensaje y la emoción siguen ahí. Y eso es lo que vuelve tan especial verlos en vivo: porque cantar estas canciones en colectivo es como volver a conectar con tu yo del pasado, pero desde el presente. El show del 8 de mayo será, para muchos, más que un concierto: será una celebración de recuerdos que aún laten.