Foto: Paola Lugo

Hablar de una banda legendaria como Blink-182, que ha dejado una huella imborrable con su historia, su nostalgia y los éxitos que definieron una generación, parecería sencillo en pleno 2024. Sin embargo, para los fans mexicanos, ese cariño y recuerdo de la banda se han visto opacados por la frustración, ya que después de cancelar dos veces sus tan esperados conciertos dos años consecutivos, Blink-182 se ha convertido en el centro de memes, reclamos y burlas entre el público mexicano.

Recuerdo bien cuando conocí a Blink-182: fue en 2002 gracias a MTV, justo cuando lanzaron Take Off Your Pants and Jacket. Este álbum marcaría un momento clave en la carrera de la banda, con sus videos hilarantes, su lenguaje irreverente, patinetas, gorras, bermudas, tatuajes y ese toque de descontrol. Su sonido fresco, conocido entonces como “happy punk,” nos sedujo a todos los adolescentes; todos queríamos ser como ellos. A mis 12 años, me regalaron ese primer disco, el cual aún conservo con cariño, y uno de mis mayores sueños era poder escuchar alguna de esas canciones en vivo.

Algunos afortunados lograron verlos en 2004 en el Palacio de los Deportes, sin imaginar que pasarían casi 20 años para tener a la misma alineación de regreso en México. Yo no fui de esos afortunados, pues mi corta edad no me lo permitía, y me imagino que muchos más pasaron por la misma situación. Solo quedaba esperar a leer las reseñas en el periódico, ver algún reporte en Telehit o un video en las noticias, manteniendo la esperanza de que algún día podría verlos en vivo. Y ese día, finalmente, llegó para mí.

Cuando Blink anunció su regreso con Tom DeLonge tras años de separación, la expectativa fue enorme: los boletos se agotaron en minutos, y los treintañeros y cuarentones recordamos aquellos días de adolescencia, cuando soñábamos con verlos juntos en vivo. Sin embargo, después de dos cancelaciones, debo admitir que el entusiasmo se desvaneció un poco; me incluyo entre quienes se sintieron decepcionados por la larga espera. Aun así, no sentí verdadera emoción por el concierto hasta ayer, cuando empecé a hojear mis discos, escuchar sus canciones y recordar los momentos que viví al ritmo de su música.

El día finalmente llegó, y aunque durante semanas Blink-182 estuvo en el ojo del huracán por sus bajas ventas y el temor de una posible cancelación, nada nos impidió vivir la aventura y dirigirnos al recinto. La banda no se presentaría sola, pues venían acompañados de Allison, Petey y Pierce the Veil. Las tres agrupaciones hicieron gala de cómo una banda telonera debe aprovechar al máximo su momento en el escenario; sin importar el calor o el público limitado, los tres artistas dieron shows memorables, presentando sus propuestas musicales y conquistando a quienes aún no los conocían.

A las 9:30 de la noche, el nuevo Estadio GNP lucía a media capacidad; según cifras oficiales, 40,000 personas se habían reunido de las 60,000 que el recinto puede albergar. La banda californiana salió al escenario a las 9:32, entre humo y efectos visuales, con un despliegue de grandes pantallas que capturaron la atención de todos. Los primeros acordes de Feeling This marcaron el inicio de un show que muchos habíamos soñado ver en vivo.

“Estamos aquí. Sin diarrea, sin yeso y con muchos herpes, pero estamos aquí para poner un buen ambiente”. Canciones como Down, What’s My Age Again?, Man Overboard, Aliens Exist, resonaron en todo el estadio, contagiando a la audiencia.

Mark preguntó al público cuántos venían de un hogar con padres separados, preparando el terreno para Stay Together for the Kids. Al iniciar la canción, el estadio se iluminó con las luces de los celulares, y todos corearon junto a Tom. Fue un momento cargado de nostalgia y emoción; muchos no pudimos evitar las lágrimas, recordando esas memorias del 2002, cuando éramos felices sin saberlo.

No les voy a mentir: a la banda le costó trabajo conectar al principio. El ambiente era tenso, y ellos lo percibieron. En un momento, Tom DeLonge se preguntó: “¿Por qué están tan callados? ¿Por qué no cantan?”, pues el sonido no siempre ayudaba a captar lo que decían y parecía que el vínculo con el público se resistía. Sin embargo, unas canciones después, todo cambió: el ambiente y la conexión se transformaron. Con Always, el estadio cantó al unísono, y tanto Tom como Mark, sonriendo, se miraron entre ellos, confirmando que, sin importar lo que hubiese pasado antes, banda y público estaban disfrutando del momento al máximo.

Para este punto del concierto, la conexión con el público era increíble. Fue justo cuando la banda comenzó a tocar sus grandes éxitos que la energía se desbordó, haciendo que incluso la gente en las gradas saltara. Sonaron temas como What’s My Age Again?, First Date, All the Small Things y Dammit. Durante este momento, Tom hizo una broma sobre haber leído en su Instagram que la gente se burlaba de sus cancelaciones, mientras el público coreaba “¡Sí, se pudo!, ¡Sí, se pudo!” hasta que alguien del staff les explicó lo que significaba.

El cierre llegó tras una hora y media de show con One More Time. Mark agradeció a todos por estar allí, y la canción estuvo acompañada de un video recopilatorio de grandes recuerdos de su juventud y por supuesto… de la nuestra.

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