Hay conciertos que entretienen, y luego están los que transforman. Lo que Palaye Royale ofreció el pasado 10 de mayo en el Estadio Fray Nano en la CDMX fue mucho más que un show: fue un acto de entrega total, una experiencia catártica donde la música se mezcló con sudor, luces perfectas, una lluvia de rosas y una intensidad emocional que traspasó cualquier límite. Desde el primer acorde hasta el último grito, estos talentosos hermanos: Sebastian, Emerson y Remington, convirtieron el escenario en una extensión de su alma: teatral, sensual, frenética, íntima, rebelde y cruda.

Enfocándonos brevemente en su frontman, con una pasión total, Remington no solo cantó; se lanzó al público sobre una lancha inflable dos veces, trepó estructuras y se entregó por completo en alma y cuerpo. Y lo más poderoso no estuvo sólo en los actos extremos, sino en los momentos donde el público y la banda se fundieron en una misma emoción. Y es que en este show, en su primer gran show en un Estadio en la bonita CDMX, Palaye Royale no solo vino a tocar: vino a sangrar arte, pasión, caos y belleza, haciendo rugir y vibrar al Estadio Fray Nano, devorándolo por completo.

Los invitados para abrir el show esa noche, fueron Prismatic Shapes, una enérgíca y vibrante banda mexicana de punk-rock, que al igual que Palaye Royale, tienen una energia bastante peculiar y teatral. Prismatic llegó al escenario para comenzar a hacer que el público calentara motores para el gran show que estaban por vivir, y verdaderamente llenaron de energía al público; y es que si ya los conoces o recién los descubres, su acto fue bastante bueno y vale la pena verlos en vivo.

Remington Leith es un frontman que no interpreta, sino que encarna. Y es que su presencia no cabe en el escenario: por eso se lanza, por eso trepa, por eso desafía cada límite físico que pueda encontrar para hacer que la noche pase de algo grandioso, a algo espectacular.
Pero más allá del impacto visual, lo que realmente sostuvo el show fue la calidad musical impecableguitarras afiladas y afinadas, un bajo pulsante y vibrante, una batería precisa, y una voz que hipnotiza y embriaga de forma perfecta. Durante el show, no hubo momentos aburridos, flojos o incómodos, no hubo pausas que se sintieran vacías o extrañas. Cada canción fue ejecutada con una pasión tan real que dolía.

Como parte del setlist de la noche, disfrutamos de una selección con la que no nos hizo falta casi nada, y digo casi, sólo porque me habría encantado poder escuchar “Closer” (el cover de la icónica canción de Nine Inch Nails) que es sin lugar a dudas, toda una joya. Pero lo que si sonó, y bastante fuerte y claro fue: “You’ll Be Fine”, “Death or Glory”, “No Love in LA”, “Little Bastards”, “Just My Type”, “Addicted to the Wicked & Twisted”; seguido por otra de mis favoritas, “Showbiz” en la cuál Remi se lanzó en una lancha sobre el público por primera vez; y aquietando un poco el fuego, llegó un momento con un inicio íntimo y melancólico en el que previo a que Remi interpretara “Broken” sentado en el piano, el público le cantó al unísono “Feliz Cumpleaños”.

Como parte de la 2da parte del show, el momento de melancolia continuó con “Oblivion”, y lentamente subió de tono con “Dying In A Hot Tube”, seguido por otra inmensa joya en la que el público enloqueció y todo parecía arder: “Fucking With My Hand”; continuando con “For You”, y posteriormente con la icónica “Fever Dream”; llegó otro temazo introspectivo y profundo: “Lonely”, con el que nuevamente Remi saltó en su lancha hacia el escenario. Para terminar esta alucinante y épica noche con broche de oro, dentro del encoré integraron 2 temazos más. La primera es una canción que de forma muy franca, canté con tanta fuerza que acabé con la poca voz que me quedaba… “Death to Me”; y la segunda y última canción fue otro temazo icónico, “Mr. Doctor Man” en el que nos agachamos, brincamos, gritamos y lo dimos todo al igual que la banda, y fue un momento épico en el que Remington escaló una de las estructuras para cantar desde lo más alto.

Sin duda fue apasionante como el público no solo observó, sino que participó, gritó, lloró y cantó como si las canciones fueran suyas… Y lo eran, porque Palaye Royale tiene eso; una forma de tomar la rabia, la tristeza, el romanticismo distorsionado y la sensualidad, y volverlo canción, cuerpo, acto.
Al momento del cierre de este épico show, lanzaron flores a modo de ofrenda hacia sus fans, pero también enormemente agradecidos por acompañarlos y asistir en esta fecha tan especial, “El día de las Madres”, que para quienes hemos seguido a Palaye hace tiempo, sabemos lo importante que es el legado de su madre y lo duro que fue para los 3 hermanos perderla.

Palaye Royale no solo dio un show en el Fray Nano: construyó una experiencia viva, de esas que marcan, de esas que te dejan con el pecho agitado y la mente revuelta. Una noche donde el amor, el ruido, la teatralidad y la furia se unieron para recordarnos por qué seguimos yendo a conciertos. Porque en noches así, la música y el arte, emocionan, enamoran, seducen y a veces duelen y arden… pero sin duda te salvan.

Aquí te dejamos música de esta increíble banda para que si aún no los conoces, te enamores de su sonido; si no pudiste ir a este showzaso al menos disfrutes de sus icónicos hits; y si estuviste ahí, e igual que yo quisieras vivir para siempre en ese momento, aquí te dejamos musiquita para revivirlo:

Reseña: Barbie Monter | Fotografía: Luis Altuzar (Grupo Indie Rocks!)

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